sábado, 11 de agosto de 2018

La educación en Comunicación




Vivimos en la Era de la Información: el conocimiento, las relaciones de las personas, el ocio... Todo tiene más valor que el oro hoy día. No obstante, cabe preguntarse: ¿nos educan en comunicación? ¿Sabemos expresar lo que pensamos o lo que sentimos? ¿Podemos hacerlo?

Estas preguntas dan para enormes debates y campos de estudio: la psicología, la sociología, la pedagogía, el periodismo y otras disciplinas estudian o trabajan a partir de este tipo de supuestos. Sin embargo, somos unos ignorantes en muchos de estos aspectos: hay personas que no sabemos cómo decir aquello que sentimos, hay personas que no somos conscientes del alcance que tienen nuestras acciones, hay personas que actuamos sin pensar...

Suena muy abstracto, pero no lo es tanto. Cuando un profesor en Secundaria trata de desmoralizar o de aumentar la pasión de un niño por estudiar, a veces no es consciente de que puede cambiar la vida de esa persona, de que puede generarle ilusión por encaminar su vida hacia un futuro mejor o de que puede condenarle a una serie de errores fatales. Cuando una familia no expresa sus emociones ni trasmite nada entre sus miembros, provoca la apatía, la falta de amor, la desconfianza... Cuando un adolescente sube una foto comprometedora, no es consciente de que puede condenar su vida al escarnio de su entorno. Cuando tu mejor amigo sabe qué te ocurre con solo verte la cara, eso se traduce en una enorme confianza y en saber que siempre puedes contar con él...

La comunicación es un pilar del ser humano. Somos seres sociales, aunque parezca que tratemos de demostrar lo contrario cuando pretendemos ser tan  «independientes» e «individualistas», y saber qué decir y cómo decirlo es fundamental para que nos desarrollemos como personas plenas. Mas no somos educados en este aspecto, no aprendemos sobre esto. Creemos que el desarrollo corresponde a cada persona en sí. Si la familia, el colegio, el trabajo y la sociedad en general no nos esforzamos en mejorar este y otros aspectos, seguiremos teniendo a estudiantes amargados, a padres e hijos que no se comprenden, a adolescentes realizando temeridades por Internet y a un sinfín más de consecuencias...

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